miércoles, 21 de abril de 2010

Y sabe.


París es Otto. Y huele a Otto. Y cada esquinita y cada rinconcito es Otto.
Llueven gotas azules cielo y las sábanas por la mañana están calientes. Las calles echan de menos a Otto cuando no está y Luciérnaga también. Pero no pasa nada, porque París es Otto, como París fue Otto en febrero. En marzo y en abril. Y suena a Stay y a High and dry. Y a Les retrouvailles. Suena bonito. Y huele a pan recién hecho, a croissants y a Adolfo Domínguez. Y a domingos por la mañana temprano, cuando él todavía duerme.
París suena a 17 de septiembre. Y todas las calles hablan de él (y de mí y de los dos) y de toda una vida por delante. Pour toi et pour moi, ensemble. Y de flechas. Y de como un encuentro inesperado te puede cambiar la vida.



Y siente, huele, y sabe bien. Sabe a ti. Y a cuando vengas. Porque estás siempre y todo el rato. Porque París es Otto. Y Luciérnaga es París.

No hay comentarios:

Publicar un comentario